Por Claudia Peiró 12 de febrero de
2017
cpeiro@infobae.com
Original de INFOBAES AQUÍ
Pedro Conde Magdaleno con su familia en Moscú y
el libro que escribió sobre lo que vio en la Rusia soviética
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Era la madrugada del 2 de enero de 1948 y hacía 20 grados bajo cero en
Moscú cuando dos diplomáticos argentinos partieron desde un hotel
céntrico hacia el aeropuerto con varias valijas y dos grandes baúles. Sólo
uno de ellos podrá embarcar en el viejo Douglas hacia Praga con uno de los
baúles. Al segundo pasajero no le permiten pagar el exceso de equipaje con
dólares y deberá quedar en tierra hasta el día siguiente. El avión parte con
dos horas de atraso que ponen muy nervioso al diplomático argentino. Iban en
una de esas viejas aeronaves que transportan juntos a pasajeros y equipaje.
Cuando el avión ya sobrevolaba la frontera checa y eran las doce del mediodía,
según el relato del propio diplomático, sus pensamientos fueron interrumpidos
"por un rítmico tap, tap, tap, tap", de tenues golpes que partían del
baúl. La azafata lo notó y fue a prevenir al piloto. "Comprendí que ya
estaba descubierto. Rápidamente saqué la llave del baúl y lo abrí". Bajo
la mirada atónita de los tres militares y los dos civiles que viajaban junto a Pedro
Conde Magdaleno, Agregado Obrero de la Embajada argentina en la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), del baúl salió, semi ahogado, un
polizonte: se trataba de José Tuñón Albertos, un exiliado español a
quien el diplomático argentino estaba ayudando a huir del "paraíso
socialista".
Veremos más adelante cuál fue el desenlace de esta historia y la
suerte corrida por cada protagonista, pero antes hay que retroceder un año, al
momento en que Pedro Conde Magdaleno, secretario general de la Unión
del Personal de Pastelerías, Panaderías y Afines (UPPA), supo que el
entonces presidente Juan Domingo Perón lo enviaría como Agregado Obrero en la
delegación diplomática que debía reabrir la embajada argentina en Moscú -nuestro
país y la URSS acababan de establecer sus relaciones- creyó tocar el cielo
-socialista- con las manos.
El legajo del agregado obrero Pedro Conde Magdaleno en Cancillería (Gentileza Alicia Conde) |
Pedro Conde Magdaleno era
un verdadero descamisado, un cabecita negra, un prototipo de la promoción
social que significó el peronismo para miles de trabajadores urbanos y rurales
argentinos.
"Salió de Madariaga a los 16 años en patas, vino a la Capital
donde trabajó como panadero y se educó en la vida, y desde lo que era pudo
hacer muchísimas cosas por sus ideales", contó a Infobae Alicia
Mabel Conde, su nieta, que está recopilando datos sobre la historia de
película que tuvo a su abuelo como protagonista y espera poder hacer reeditar
su libro, hoy agotado. "¿Por qué huyen en baúles los asilados
españoles en la URSS?" es una implacable requisitoria contra
el régimen estalinista y su traición a las banderas proletarias, publicado en
1951, más de 20 años antes que el "Arpichiélago Gulag" de
Alexander Solzhenitsyn.
Vestidos de marineritos, los tres hijos de Conde Magdaleno posan junto a Evita |
Cuando Perón llegó al poder, Conde militaba en el Partido Socialista
y, como muchos otros activistas de las distintas vertientes marxistas, se
sintió atraído por la potencia realizadora del nuevo gobierno. "Fui
peronista por agradecimiento, ahora lo soy por convicción", diría más
tarde.
El 6 de febrero de 1947, el gobierno establece un nuevo régimen para
el Servicio Exterior, creando la figura de los Agregados Obreros en las
Embajadas para que llevasen "al extranjero la representación de la clase
trabajadora argentina" y regresaran "con los conocimientos y la
experiencia necesarios [para] el engrandecimiento de la Argentina del
futuro".
A Conde Magdaleno, por su buena performance en el curso que la
Cancillería dictó a los futuros diplomáticos, le tocó un país
estratégico: la Unión Soviética. No podía tener mejor suerte. Al fin
conocería la cuna del socialismo, estudiaría sus leyes laborales y las
condiciones de trabajo en las fábricas y en el campo.
Pero pronto -demasiado pronto- descubriría que el país del llamado
"socialismo real" era "el más antiproletario de la tierra"
y menos de un año más tarde emprendería la osada aventura de ayudar a escapar
de "ese gran presidio" a dos exiliados españoles con los que
trabó amistad y de cuyo triste destino ya no pudo desentenderse.
|
En el fondo, el agregado obrero de Perón fue víctima del mundo
bipolar de la Guerra Fría en el cual la verdad era sistemáticamente sacrificada
por cada bando en el altar de su ideología. De ese olvido quiere
rescatarlo hoy el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina
(CADAL) en el marco de su permanente denuncia de un terrorismo de Estado
ignorado: el que se cometió detrás de la Cortina de Hierro bajo las dictaduras
comunistas.
El viaje a Rusia
La primera sorpresa para Pedro Conde vino cuando el paraíso proletario
se negó rotundamente a dar plácet a un agregado obrero. "Agregados,
todos los que quieran, pero Agregado Obrero ninguno", fue la glacial
respuesta de la cancillería rusa. Hubo que tachar la palabra "obrero"
en su pasaporte para que los soviéticos lo dejaran entrar.
Conde Magdaleno, su esposa, Alicia Masini, y los tres
hijos varones que por entonces tenía el matrimonio, llegaron a la URSS en abril
de 1947, junto al flamante embajador Federico Cantoni, referente
del bloquismo sanjuanino
Pedro Conde Magdaleno, su esposa, Alicia Masini, y sus tres hijos |
.
La llegada de la delegación argentina a la URSS se produjo sin gloria
pero con pena. Cero recepción, cero homenaje, aunque se trataba del
restablecimiento de relaciones luego de muchos años. "Para el pueblo
soviético nuestra llegada pasó inadvertida", diría luego Pedro Conde. A la
inversa, en Buenos Aires, la contraparte soviética era agasajada y alojada en
el Hotel Alvear. Para los diplomáticos argentinos en Moscú, una pensión
de mala muerte y una sola habitación por familia.
"El principal trabajo de los diplomáticos en Moscú es el de
conseguir alimentos", escribió el agregado obrero en su libro.
La siguiente frustración fue la cerrada negativa de todas sus
contrapartes a recibirlo. Vasili Kutsnietsov, el máximo dirigente de los
trabajadores soviéticos, le dijo que debía gestionar la audiencia a través de
la Cancillería. Nada. Tampoco los sindicatos panaderos aceptaron recibirlo
ni se le autorizaron visitas a bibliotecas y clubes obreros, clínicas
gremiales, jardines de infantes, centros de especialización y otras
instituciones análogas a las que Conde y sus compañeros estaban acostumbrados a
disfrutar en Argentina y que creían que serían muy superiores en la URSS:
"Mi único deseo era saber cómo trabajaban, comían, dormían y se divertían
los trabajadores".
Una página del libro de Conde Magdaleno |
Pronto descubrirá que las leyes laborales eran letra muerta en
la URSS ya que podían ser suspendidas por un simple decreto ejecutivo.
Toda la legislación estaba supeditada "al poder discrecional de un
gobierno que escribe las leyes de trabajo para usarlas en el extranjero como
arma política y no para hacerlas cumplir" en su país, se lee en el libro
de Conde Magdaleno. Jornadas interminables, horas extra gratuitas en nombre de
la emulación, hacinamiento en el transporte y en la vivienda, cartillas de
racionamiento, sueldos miserables, jubilaciones que impiden dejar de trabajar y
"desigualdades irritantes" entre los trabajadores.
Conde Magdaleno logrará eludir los obstáculos gracias a la
intermediación de exiliados españoles que la embajada argentina contrata para
oficiar de intérpretes y que le facilitarán el acceso a una realidad que la
vigilancia soviética quiere impedirle ver.
Las altas calificaciones obtenidas por Pedro Conde en la Cancillería (Gentileza Alicia Conde) |
"Visité el comedor colectivo de la fábrica (N°43 de aviación),
donde constaté algo que me costó creer. Los obreros comían de acuerdo a
su jerarquía. A los que más ganaban se les daba más variedad y cantidad de
alimentos".
En otra fábrica, vio como "tareas pesadas y malsanas eran
realizadas por las mujeres, tales como trabajar sobre las cadenas ardientes que
sacan los moldes del horno a grandes temperaturas y entre las emanaciones de
gases y vapores". El trabajo nocturno de las mujeres estaba prohibido en
la Argentina, no en la URSS. En lo único que encontró a la mujer equiparada con
el hombre fue en la sobreexplotación.
Sin sorpresas, el sindicalismo soviético estaba al servicio de la
patronal, no de los trabajadores.
"Pareciera que su única función fuera allanarle dificultades al
explotador capitalismo estatal, autorizando y legalizando la anulación de las leyes
obreras cuya defensa debiera ser la razón de la existencia del sindicato
-escribe- El sindicato desempeña en las fábricas el papel de policía al
servicio del patrón Estado".
“¿Por qué huyen en baúles los asilados españoles en la URSS?” |
El 1° de mayo fue otro shock. Un acto bajo férreo control, un
Josef Stalin que apenas da dos pasos bajo estricta vigilancia militar para
enseguida esconderse nuevamente tras los muros del Kremlin, sin tomar
contacto con la gente, llevó a Pedro Conde a comparar: "Nuestro pueblo
come y da rienda suelta a sus sentimientos, opinando con entera libertad. No
sucede lo mismo donde todos están obligados a cantar loas al 'amado Padrecito'
aunque los corazones sangren…"
El propósito de un libro
"Mi abuelo era muy osado y de gran capacidad intelectual, aunque
apenas tenía segundo grado cuando llegó a la Capital -dijo a Infobae Alicia
Conde-. Mi abuela lo alentó a terminar la primaria y formarse. Ella hablaba
varios idiomas y fue su asistente y traductora. El libro lo escribió él
con ayuda de mi abuela, que llevaba un diario de su vida en Rusia".
En la introducción, Pedro Conde Magdaleno dice: "Trataré de
explicar cómo, por medio de una artificiosa y falsa propaganda, se presenta al
mundo como el paraíso de la clase trabajadora lo que no es más que un
inmenso presidio de trabajos forzados, hambre y terror. (…) Creer que
el régimen bolchevique libera a las masas de la explotación dándoles mejores
condiciones de vida y trabajo es grave error. La URSS vista por dentro no es
una fuerza ideológica ni tampoco un régimen de bienestar, sino una cárcel de
trabajos forzados más terrible que cualquier presidio de los países
capitalistas. Sólo se justifica la simpatía hacia ella de un núcleo de
trabajadores por la maraña de mentiras que se les ha hecho creer, tejidas al
amparo de un cierre hermético de fronteras".
Y luego hace una advertencia: "Los que creyendo que la URSS es un
peligro ideológico que hay que aislar para que no contamine, la ayudaron a
encerrarse, le hicieron gran favor a los que, tras la cortina de una
propaganda obrerista, implantaron el régimen más antipopular de todos los
tiempos". No faltan tampoco los que quieren justificar todo eso
por la agresión de un enemigo externo. Pero Conde recuerda que ya pasaron
treinta años desde la Revolución Bolchevique de 1917. "Repugna el
desfachatado cinismo bolchevique que escudado tras una cortina de mentiras,
pide a gritos para el exterior todas las libertades y conquistas proletarias
que ellos han destruido en su 'Imperio'".
Pero "es tan completo el aislamiento a que está sometido el
pueblo soviético" que no puede imaginar siquiera lo que sucede fuera de su
"mundo bolchevique". Como nunca conoció nada mejor puede creer la
mentira de que goza de privilegios. El bloqueo es total: control de movimientos,
de fronteras, de correspondencia, seguimientos y espionaje continuos.
Mendicidad y delincuencia infantil
Impactado a su llegada a Moscú por la inmensa cantidad de pordioseros
en las calles, en contraste con el lujoso tren de vida de una reducida elite,
escribe: "No puedo convencerme todavía de que exista una diferencia tan
grande entre el comunismo que yo había imaginado y lo que estoy
presenciando".
La carrera diplomática de Conde Magdaleno no se vio interrumpida por el incidente ruso (Gentileza Alicia Conde) |
Poco a poco se le van revelando los distintos bluffs del régimen
soviético. La mecanización del campo es una gran ficción; en su lugar, magras
cosechas -fruto de la colectivización forzosa-, escasez constante y hambre
asegurada.
"No es que yo crea que en los demás países se esté bien -aclara-.
(…) Pero me indigna la hipocresía del comunismo que impone a los suyos
condiciones inhumanas de vida y trabajo mientras en los demás países se
proclama campeón de libertades y reivindicaciones proletarias que su
pueblo ni soñando podría imaginar".
Bajo el subtítulo "Así es el capitalismo
soviético", Conde da una definición contundente: "Aun cuando
la propaganda lo pinte como anticapitalista, el régimen soviético es un
gigantesco monopolio capitalista que explota en su provecho y sin oposición un
reducido número de 'privilegiados accionistas' (léase: jerarcas del Partido
Comunista y Militares). (…) Son como en la época del absolutismo medieval
dueños de vida y hacienda".
La explotación obrera está a la orden del día. El compañerismo brilla
por su ausencia, víctima de "la miseria y el miedo" que
"insensibiliza ante el dolor ajeno y los hace malos con el subalterno y
serviles con el superior".
Horrorizado, descubre una cantidad de niños dedicados a la mendicidad
y la delincuencia: "Como las mangas de langosta asolan y depredan a su
paso para saciar un hambre acumulada. Piden, roban, se pervierten y hasta matan
por un mendrugo. (…) La policía podría con ellos pero los hay desde 5 y 6 años,
mejor dejarlos. Los que no mueren crecerán y cuando sirvan para algo, entonces
si será el momento de 'cazarlos' para el trabajo".
Las volteretas del régimen y los bolcheviques argentinos
"Las volteretas del régimen sin principios que se llama
bolchevismo ya no sorprenden a nadie -escribe el agregado obrero-. Yo sólo me
sorprendo de la desfachatez de nuestros comunistas cuando cumpliendo las
'órdenes de afuera' (…) deben cantar loas hoy a lo que ayer atacaron o
viceversa […] Los rusos bolcheviques son muy 'prácticos'. Cuando algún 'pedazo'
de la doctrina bolchevique les molesta, la tiran por la borda. Ya se encargarán
los demagogos y agentes del régimen, de buscar una interpretación
marxista-leninista que justifique la voltereta".
Los comunistas argentinos son otro importante blanco de su crítica y
no se anda con vueltas. Los trata de "traidores" y
"títeres". "Siguiendo el lineamiento de la política exterior
soviética, atacan o exaltan a pueblos y gobiernos de acuerdo a los intereses
moscovitas".
Un diario de Kentucky se hace eco de la expulsión de los diplomáticos argentinos de Rusia |
Todo aquello que la literatura rusa del siglo XIX describía como
condiciones miserables de vida en Rusia antes de la Revolución sigue vigente.
Entre zarismo y estalinismo no hay diferencia, concluye Conde.
Cómo surgió la idea de los baúles
"El asunto de los baúles -explica en otro tramo del libro- fue
solamente el pretexto que usé para denunciar al mundo la existencia en la URSS
de muchos miles de extranjeros que entraron allí voluntariamente guiados por su
mentirosa propaganda de redención social y que al querer salir no les fue
permitido por temor a que contaran las miserias que vieron y vivieron. (…) Ante
el temor de no ser creído, concebí la idea de ayudar a escapar a algún cautivo
para mostrarlo luego como testimonio. Para lograrlo, sacrifiqué mi puesto
diplomático y me jugé peligrosamente la vida".
No faltó por supuesto quien lo acusara de agente al servicio de
intereses capitalistas y a su vuelta de Moscú, Conde fue víctima de la habitual
campaña calumniosa que los comunistas argentinos reservaban a cualquiera que
osara criticar al régimen soviético.
La campaña de desprestigio que lanzó el Partido Comunista Argentino contra Pedro Conde Magdaleno |
Él esperaba que su acción, aunque frustrada, sirviera al menos para
que la URSS tuviese que dar explicaciones sobre "por qué intentan escapar
en baúles los líderes comunistas extranjeros" y lograr que se reclamase
"a la URSS la liberación de los luchadores antifascistas que junto a seis
mil niños españoles se debaten impotentes en las garras del fascismo rojo, objetivo
final del trágico y pintoresco a la vez asunto de los baúles".
El drama de esos niños españoles que hallaron "refugio" en
la URSS durante la guerra civil es especialmente chocante. Derrotada la
República, fueron abandonados a su suerte. A la mayoría se los forzó a
nacionalizarse y luego se les negó el derecho de regresar a su patria. A los
que tenían familia en España se los aisló completamente de sus parientes. Uno
de esos niños, Pedro Cepeda Sánchez, ya joven adulto cuando Pedro Conde
Magdaleno llega a Moscú, será el otro frustrado pasajero clandestino de sus
baúles.
A los 15 años, "por miedo a que lo hicieran desaparecer o lo
mataran" Cepeda aceptó nacionalizarse, cuenta Conde. "Diez años
después intentaba escapar de la URSS escondido en uno de mis baúles".
Pedro Cepeda Sánchez |
Alicia Conde asegura que todo lo que hizo su abuelo fue por iniciativa
propia. "Era muy osado", sostiene. Le contaron que Perón dijo:
"¡Qué gordo honesto!", cuando se enteró de la historia.
Increíblemente, todavía en la década del 90, el autor de un libro sobre
los vínculos entre Argentina y la URSS seguía sugiriendo que Conde
Magdaleno actuó por cuenta de un servicio extranjero y denunciando que Perón no
cumplió la promesa hecha a la URSS de procesarlo en la Argentina. "Mi
abuelo no fue castigado -confirma Alicia a Infobae-; no sólo eso:
al volver de Rusia lo mandan a Perú, también como Agregado Obrero".
Pedro Conde Magdaleno es enviado a la embajada argentina en Perú. (Gentileza Alicia Conde) |
Sobre los comunistas argentinos, Conde dice sin vueltas que "son
agentes de un imperialismo miserable, tan miserable como el imperialismo
capitalista".
El epílogo de la riesgosa aventura
El avión que llevaba a Conde y su polizonte regresó a Moscú. Allí
Conde y Tuñón fueron separados a la fuerza y no volvieron a verse ni saber más
el uno del otro. A Conde, pese a su inmunidad diplomática, lo dejaron tres días
encerrado en un galpón, sin agua ni comida, sin contacto con nadie. Creyó que
sería fusilado. En cambio, le dieron quince días para dejar Moscú, luego de que
el gobierno argentino prometiera juzgarlo en Argentina, cosa que, como vimos,
no hizo.
José Tuñón Albertos, el fugitivo frustrado |
En 2003, el historiador ruso Boris Sopelniak publicó en el diario El Mundo de España el resultado de
sus investigaciones en los archivos soviéticos, donde encontró
un documento firmado por la tripulación del Douglas: "Nosotros, los abajo
firmantes, hemos suscrito este acta acerca de que en el avión GBF [Flota Aérea
Estatal] nº 1003 que realiza vuelos según el rumbo Moscú-Kiev-Lvov-Praga, en la
maleta que pertenece al agregado de la embajada argentina, señor Pedro Conde, fue
encontrado Tuñón Albertos, José Antonio, nacido en 1916, español, no
argentino, a quien (Conde) trataba de trasladar ilegalmente al
extranjero".
También se hizo el inventario de lo que había en la maleta de Tuñón, a
saber: "1. Pistola.2. Documentos de viaje a nombre de José Antonio Tuñón
Albertos y de Pedro Cepeda. 3.(…) agua para beber (…). 4. Panecillo con
salchichón. 5.Traje, corbata, camisas, calcetines, etc."
Pedro Conde y un colega de la embajada, Antonio Bazán, junto a Tuñón y
Cepeda, habían planificado largamente esta fuga. Los baúles habían sido
acondicionados para que los españoles pudieran viajar sentados, respirar y
sostenerse de listones de madera en caso de sacudida. Pero el baúl fue colocado
de modo que Tuñón quedó cabeza abajo y encima pusieron bolsas de
correspondencia que taparon parcialmente los respiraderos.
Un articulo de una revista mexicana recuerda el libro de Pedro Conde |
"Nacía la causa ultrasecreta nº 837 -sigue
relatando Boris Sopelniak-, un proceso que iba a acabar con (los) españoles
condenados por espionaje contra la URSS. Según el auto de prisión de Tuñón,
firmado por el capitán Pankratov, el español había llegado a la URSS en 1938
para los cursillos de recapacitación de la escuela de pilotos. Nueve años más
tarde, en agosto de 1947, empezó a trabajar en calidad de intérprete del
agregado de la embajada argentina Pedro Conde, quien le contrató como
espía".
Interrogado por la KGB, "Tuñón se declaró culpable de intentar
abandonar la URSS ilegalmente, pero no de espionaje: 'Yo quería vivir en
México. Todos mis parientes están allá', explicó".
Visiblemente, los rusos no podían creer que la única
motivación de Pedro Conde fuese humanitaria. "-Escuche, Tuñón, ¿es que
nos toma por tontos? -transcribe Sopelniak-. Que un diplomático arriesgue su
carrera metiendo en una maleta a un intérprete cualquiera, eso no se oye ni en
los chistes".
Tuñón, como sucedía con frecuencia en los sótanos de la KGB, acabó
admitiendo lo que los soviéticos querían: que reunía información para su jefe
argentino. Como ironiza el historiador ruso, "se trataba de
información considerada 'estratégicamente peligrosa': las malas condiciones
de vida, el descontento de los obreros, la carestía, la inactividad de los
sindicatos… Todo lo que pudiera servir a Conde para, a su regreso a Argentina, escribir
un libro difamatorio sobre la URSS".
El libro -agotado- de Pedro Conde Magdaleno |
Pedro Cepeda, el otro viajero frustrado, había llegado a Moscú a los
15 años, en 1937. Vivió en un orfanato, y luego de ejercer diversos oficios,
también él fue contratado como intérprete en la embajada argentina.
"Las autoridades acusaron a Cepeda de acompañar a los
argentinos a las tiendas y comedores de Moscú 'tratando de mostrarles sólo la
parte negativa de nuestra vida'; de fotografiar las colas, los patios
llenos de basura y a los mendigos. Aquello se calificó de actividad
antisoviética", cuenta Sopelniak.
Ambos fugitivos fueron condenados a 25 años de trabajos
forzados en Siberia, el castigo más alto previsto en la ley soviética para
esos delitos.
"Esta historia era parte del diario de mi vida, crecí
escuchándola -recuerda hoy Alicia Conde, que fue criada por su abuela, cuyo
nombre lleva-, me parecía normal. De grande, empecé a notar el asombro
y la admiración cuando lo contaba y alguien me dijo que no dejara
pasar la oportunidad de dar testimonio de eso. Entonces busqué material y descubrí
que mi abuelo figuraba en Internet y yo no lo sabía".
Otro descubrimiento feliz que hizo, fue que, luego de la muerte de
Stalin (en 1953) y tras cumplir 7 años de condena con "conducta
ejemplar", Tuñón y Cepeda fueron liberados y partieron hacia México y
España respectivamente.
"Mi abuelo murió creyendo que los habían fusilado", dice
Alicia. Pedro Conde Magdaleno falleció, joven aún, a los 51 años, en el
año 1963. "El abuelo sufrió mucho por lo que pasó y yo lamento que
haya muerto sin saber que los dos españoles que quiso liberar de Rusia
sobrevivieron y pudieron finalmente reunirse con sus familias".
El aviso del fallecimiento de Pedro Conde sumado a su legajo (Gentileza Alicia Conde) |
Ninguno de los tres principales protagonistas de esta historia, Conde
Magdaleno, Cepeda y Tuñón conoció el destino de sus compañeros de aventura.
Cepeda pudo viajar a España recién en 1966. A su regreso, militó en la
Unión General de Trabajadores y falleció en enero de 1984.
Ana Cepeda Étkina escribió la biografía de su padre, asilado en Rusia a los 15 años |
Su hija, Ana Cepeda Étkina, escribió un libro sobre su padre, Harina
de otro costal (2015), en el cual recuerda al diplomático
argentino: "Pedro Conde, el agregado obrero de la Embajada Argentina,
saturado de ver tales injusticias, no sólo en el pellejo de sus compañeros y
amigos sino también con el resto de los republicanos españoles, decidió trazar
un plan consciente de que sería el principio de un gran escándalo
internacional tanto para bien como para mal".
Ana Cepeda Étkina
escribió la biografía de su padre, asilado en Rusia a los 15 años
Antes de introducirse en el baúl que finalmente no fue embarcado,
Pedro Cepeda le entregó a Bazán una carta para sus padres, que no tenían
noticias de él desde que había sido llevado a Rusia: "Mi vida en este país
ha sido verdaderamente una odisea, fatigas, hambre, padecimientos y sufrimientos.
Esto sería muy largo de contar y ocurre que ya no tengo tiempo. Si es que Dios
quiere y tengo suerte, creo veros pronto y reunirnos de nuevo. (…) Si tengo
mala suerte, no lloradme, sino odiad a todas las clases de dictaduras, culpables
únicas de todas las desgracias. Os abraza, vuestro hijo. Pedro".
"Bajo mi punto de vista -escribe Ana Cepeda Étkina-, tan malo fue
el régimen de Franco en España como el Leninismo y el Stalinismo en la Unión
Soviética, la gran diferencia es que muchos de nosotros no conocemos bien qué
es lo que estaba pasando allí".
"El poder discrecional -escribió por su parte Conde Magdaleno-
crea fatalmente castas privilegiadas ante la falta de frenos a las pasiones y
egoísmos propios del género humano. (…) Cuando regresé luego de conocer el
'paraíso' ruso, la convicción y la fe en la doctrina peronistas me habían
transformado".
"Espero poder hacer algo para que se reconozca a mi abuelo y se
vea que sólo era un hombre del común que tenía pasión y debilidad por el
obrero y no le importaba la ideología, ni la camiseta, sino sólo la justicia
social…", concluye Alicia Conde.
Un hombre valiente y, diría Borges, "incorregible"…